«Los cambios erráticos de personas al frente de las principales instituciones culturales municipales, al menos en Madrid y Barcelona, hunden la mirada. La inconcreción de planes o programas de índole restructuradora. Los concursos convocados para renovar las direcciones de equipamientos culturales siembran más discordia que ilusión despiertan. La gestión a ralentí de las estructuras existentes… y así un largo etcétera de medidas (o falta de medidas) que han lastrado el ánimo de todos aquellos que desde la cultura en su tiempo se animaron a apoyar estas candidaturas.»