
Todas las sociedades cambian: se desprenden de lo que ya no les es útil o está anticuado y aprehenden aquello que, sin embargo, les puede resultar práctico en un nuevo escenario. Eso ocurre también con los valores. Desaparecen o mitigan unos y aparecen o se refuerzan otros sin que apenas nos demos cuenta. Sólo los más longevos, en un alarde de pesada nostalgia, arguyen alguna vez algo del tipo: “antes estas cosas no ocurrían, porque eran otros tiempos… (otros valores, añadiríamos)”.
Recientemente la consultora GFK publicaba el resultado de una encuesta que había realizado por internet en 17 países a más de 22.000 personas en el verano de 2016 sobre algunos valores relativos al materialismo. En esta encuesta se pedía a los participantes que se pronunciaran sobre su posicionamiento, si estaban de acuerdo o en desacuerdo en una escala de siete grados, sobre las siguientes afirmaciones:
- Prefiero tener más tiempo que dinero.
- Las experiencias son más importantes que las posesiones.
Y sobre estas afirmaciones se han agrupado los dos niveles que más de acuerdo están y los dos de más en desacuerdo para dar unos resultados que, utilizando la infografía de Visual Capitalist, presentan estas diferencias entre países.
Comprobamos que España está en la media de los resultados globales y que, por tanto, a modo de conclusión, se podría considerar un país ni demasiado materialista, ni demasiado antimaterialista. Pero, ¿qué pasa si descomponemos aún más los datos?. Eso es lo que he hecho con los siguientes gráficos y que nos permiten aventurar las siguientes conclusiones:
Que los hombres son más materialistas que las mujeres…
…Que, paradójicamente, el tiempo se valore menos cuando menos se tiene (en la vejez), como el dinero cuando no se tiene (en edades tempranas)…
…Que se valoren más las experiencias más que las posesiones cuanto más joven se es…
…y que se es menos materialista cuando menos problemas económicos tienes o más materialista cuando tus recursos son escasos.
Quizá se trate de una encuesta más de mercado que de investigación sociológica propiamente dichas, o que pueda acoger algunos reproches metodológicos, pero lo que no se puede negar es el valor del resultado que arroja. De esta manera, lo que vemos son unas sociedades maduras, que se alejan de los ejes materialistas de la modernidad para acercarse a unos nuevos ejes globales mucho menos materiales. Para utilizar algún símil que nos ayude a entenderlo, nuestras sociedades se comportarían como un cubito de hielo, sólido y duro en el momento de cuajar (modernidad), pero cada vez más líquido conforme más tiempo pasa a la intemperie (globalización). Es como si el cubito de hielo dejase de tener valor material en si para albergar solo el valor del tiempo que tarda en derretirse y el de la experiencia del frío que desprende.
Esto explicaría muchas cuestiones culturales que tanto nos cuesta entender. Cómo el hecho de que los millennials, con muchos menos recursos, adoptan una actitud de consumidores ávidos de experiencias culturales. O de que en nuestras encuestas de hábitos culturales detectemos que el principal problema en el acceso a la cultura alegado por los encuestados sea la falta de tiempo. O una parte del éxito de la economía digital en cultura donde la posesión material de la copia (disco, libro, periódico, dvd…) ha perdido valor y ha noqueado a todas unas maduras industrias culturales. Entre otros fenómenos.
Sociólogos, analistas, mercadotécnicos, artistas, publicistas, programadores culturales… Tomen nota!