No es tiempo de viejos lobbies, sino de ideas y propuestas

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Cristina Cifuentes con representantes de la Plataforma en defensa de la cultura.

Ni con parches, hipnosis, medicamentos, terapias… dejar de fumar cuesta. Como un hábito convertido en vicio, erradicarlo necesita de una fase de aprendizaje que requiere de tal esfuerzo y voluntad que no todo el mundo lo consigue. Lo de recurrir a los “representantes de la cultura”, esos viejos lobbies, también es un vicio que un político cómodo o una administración débil son incapaces de vencer. Un vicio del que no nos hemos librado pese a haber pasado la más dura crisis con sus nefastas correcciones y consecuencias en el ámbito de la cultura.

Recientemente publicaba Cristina Cifuentes, convertida desde su investidura y por deseo propio, en la titular del área de cultura de la Comunidad de Madrid, en su cuenta de twitter la foto que encabeza este artículo. Esa foto da fe del encuentro que la Presidenta mantuvo con “representantes de la Plataforma en defensa de la cultura” en el día de su publicación. Las formas de esta foto, marcadas por la jovialidad y la diversión, parecen ser una marca, queremos pensar inocente, propia de la Presidenta. Sin embargo esa foto puede ser un error al comunicar precisamente un trato fácil y lisonjero hacia unos temas y unas materias de gobierno que más bien merecerían un trato diferente. Dicho de otra forma, parece que la frivolidad de la foto no corresponde con la realidad del ámbito de la cultura en la Comunidad de Madrid. Y si no observen estos datos.

Cultura en la CAM

Cabría preguntarse entonces si el error comunicativo lo comete Cristina Cifuentes y su equipo al publicar esta foto como los “representantes de la cultura” al acceder a semejante documentación de su encuentro. Máxime cuando no aparece ningún tipo de documentación o información sobre esta reunión en la propia página web de la Plataforma. Aquí explico yo lo que ocurrió en aquella reunión. Actuar en calidad de representantes de un sector requiere de un rigor y un rictus de “lobista” que no se aprende en los escenarios, ni delante o detrás de las cámaras… Esa responsabilidad requiere profesionalidad, estrategia, seriedad, más cuando las cifras de los sectores a los que representas reclaman esa actitud a voces. Se imaginan a los “representantes” de los movimientos pro-sanidad pública tomándose una foto selfie con el Consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid? O a los rectores de las universidades públicas madrileñas en semejante guisa con el Consejero de Educación?

El problema radica en la legitimidad y representatividad de esos erigidos “representantes de la cultura”. Ya he escrito aquí sobre esa problemática y no quisiera redundar mucho más en ella. Sin embargo, sí que me parecería adecuado continuar la reflexión sobre la actitud que políticos y Administración tendrían que tener cuando necesitan establecer canales de interlocución sectorial. Lo avanzaba en mi título: no es tiempo de viejos lobbies, sino de ideas y propuestas. Esos viejos lobbies, los que se auto-retratan sonrientes con la Presidenta Cifuentes, son los que comparten la responsabilidad de esas cifras que he expuesto antes. Son ellos los que dejando aparte los intereses generales y públicos, han defendido unos intereses de supervivencia propios propiciando así una situación de armarios cerrados con fuerte olor a naftalina. La renovación de ideas, las propuestas, el diseño de las futuras políticas culturales reside fuera de estos viejos lobbies.

Es tiempo pues de activar nuevas metodologías e institucionalizar nuevos canales de interlocución sectorial. Es tiempo de abrir espacios para recibir nuevas ideas, de agitar los sectores para que su supervivencia pase por la necesaria renovación conceptual, ideológica, generacional… Es tiempo de asumir riesgos en la gestión pública de la cultura. Y cuando digo riesgos, no me refiero sólo a apuestas artísticas y culturales audaces, sino también a dirigirse hacia aquello(s) que la Administración no conoce pero que sin duda corresponden a una realidad social y cultural muy importante. Nos jugamos mucho en ello.

Lo que aquí reclamo no es una elucubración fruto de un tórrido verano. Lo que sugiero son prácticas que ya existen en otros lugares, ciudades, países. Por ejemplo, en algún momento habrá que reclamar consejos de asesores compuestos por profesionales o personas que acrediten su competencia para participar en ellos. Competencias personales que correspondan a las necesidades que ese consejo asesor pueda tener. Personas que accedan a esos consejos mediante concursos públicos basados en los méritos y las responsabilidades. Consejos transparentes donde nadie representa nada más que intereses ideológicos, no de grupos sectoriales. No sería este modelo un modelo más acorde con el ideal democrático?

La Administración y los políticos que la dirigen, tienen ante si la oportunidad de buscar una nueva legitimidad. En cultura más que en otros sectores, el debate de las ideas, de los modelos, debe anteponerse al de los intereses. Los intereses son legítimos, lo que no es legítimo es la apropiación por unos intereses concretos de la interlocución con el gestor de lo público. Aquí reside un fraude democrático que urge corregir. Gobernar, administrar se hace para todos, no sólo para los que más o menos torpemente se organizan para hacer llegar sus reivindicaciones a la Admon.

Volviendo a la foto, y para concluir, me gustaría enviar un doble mensaje, tanto a Cifuentes como a esos denominados “representantes de cultura”.

Sra. Presidenta de la Comunidad de Madrid, aproveche el tren de la renovación y no incurra en prácticas y caminos cómodos que conducen a la esterilidad del pasado. Ábrase a las ideas, incluso si no las comparte, escúchelas, busque las contradicciones y después opte, pero por las ideas, no por los intereses.

Señores (porque apenas hay mujeres en esa foto) “representantes de la cultura”: sencillamente tengan la osadía de reinventarse como verdaderos lobbies y entonces después hablaremos de cómo legitimarles.

Representación de un Basilisco datada hacia 1510
Representación de un Basilisco datada hacia 1510

En definitiva, abandonar el vicio de fumar cuesta, pero se puede conseguir. Basta fuerza de voluntad y determinación. Sólo aquellos que la demuestran reciben el premio. Lo mismo ocurre en la foto que nos atañe. Si queremos huir de esa imagen de basilisco que el político ejerce en esos representantes y esos representante en ese político, y que como el basilisco paraliza letalmente, hay que dejar de mirarse a los ojos y mirar más a los libros, los datos y los dossiers.

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