Hace pocos días la Agencia ejecutiva para la Educación, el Audiovisual y la Cultura de la Comisión Europea (EACEA) hacía públicos los resultados y los importes de las ayudas concedidas en la última convocatoria de algunos de los programas contenidos en el programa Creative Europe. Este programa de la Comisión Europea, desde el 2014 agrupa bajo un programa todos los anteriores programas de apoyo a la creación y a la cultura, englobando esencialmente los programas de Cultura y el Media. Con un presupuesto global para el periodo 2014 – 2020 de 1.460 M€, el 56% de los fondos (815 M€) pertenecen a los programas Media (audiovisuales), un 31% (452,6 M€) a los programas Cultura y el 13% (189,8 M€) a los programas intersectoriales.
Aunque relativo respecto a las necesidades y a los fines, como ven, se trata de un programa con algo de dinero. Algo más de 240 M€ anuales para poder ir articulando proyectos culturales y audiovisuales con sentido europeo. Mucho dinero, pero a repartir en un territorio muy vasto y culturalmente muy denso y prolífico.
La idea de que la Unión Europea apoye la cultura es una vieja y controvertida idea (como muchos de los debates europeos). Si en la Europa de finales de los 70s se hablaba de reforzar una identidad cultural europea común, vieja idea francesa de construir Europa a partir de un ideal cultural a la alemana, esa vía encontró el rechazo de los ciudadanos y los países más atlantistas (UK, Den, NL…). No fue hasta la llegada a la Comisión Europea del torrente europeísta que significaba Jacques Délors, que no se buscó otra vía diferente para apoyar la cultura, como vía de protección de la industria cultural europea frente a la todopoderosa y “colonizadora” cultura norteamericana. Idea que con el paso de los años se matizó entorno al concepto de diversidad cultural en el que toda la Unión reconocía su peculiaridad. Fue así, como poco a poco se institucionalizó una política común europea de “apoyo a la creación artística y literaria” (Art 151 CE); una tímida fórmula para repartir subvenciones y premios.
Desde la existencia de estos programas, los agentes culturales han recurrido a ellos con el fin de encontrar el apoyo para los proyectos de colaboración existentes entre diferentes países europeos. Particularmente conocido es el programa Media que a lo largo de su existencia ha fortalecido la producción y sobre todo la difusión del cine europeo.
Sin embargo, desde que la Gran Recesión ha ido golpeando en sucesivas oleadas la financiación de la cultura por parte de las administraciones públicas, se aprecia en determinados países un desvelado y repentino interés por estos fondos.
Los euros
Veamos los resultados de la primera convocatoria y resolución, valoraciones y ayudas del citado programa Creative Europe.
Para ello me he permitido agregar los datos de los importes concedidos según programas y según países del “líder del proyecto o del demandante de la ayuda”. En muchos casos, los programas europeos en el afán de propiciar el carácter europeo de los mismos financian proyectos en los que participan varios socios de diferentes países teniendo siempre alguno de ellos como el de referencia, responsable legal y receptor del dinero. Así, los importes agregados por países corresponden a proyectos individuales o grupales en los que el portador del mismo tiene residencia en ese mismo país. Eso no quiere decir que ese dinero sea el dinero global que se queda en ese país, pero sí el dinero europeo que los agentes de ese país van a gestionar y del que se responsabilizan ante la UE, tanto individual como colectivamente. Por tanto, estos datos más que de cifras globales cuantitativas hablan más de variables cualitativas. O dicho de otro modo, de las capacidades de los agentes culturales de un país de responsabilizarse de la gestión de proyectos europeos (con la complejidad administrativa que éstos comportan y que merecerían un comentario aparte).
También he de aclarar que con el objetivo de hacer más atractiva la comparación he escogido los datos de algunos países de referencia para España, por tamaño, proximidad o por dinamismo cultural. Podrían haber sido otros, pero los escogidos ayudan a ilustrar la comparación y a apoyar las valoraciones que al final les propondré.

Destaca de este gráfico la capacidad de gestionar proyectos con fondos europeos por parte de países como Francia e Italia, similares en producción cultural a España. Pero también destaca Bélgica como un “gigante” en fondos, a pesar de su tamaño cultural y Alemania que pese a su importancia en el continente parecería estar infra representada en el reparto de fondos.
Para poder hacer unas lecturas de por qué estos resultados diferenciados por países habría que atender y comprender mucho mejor sus comportamientos culturales y quizá para ello nos ayuden los dos siguientes gráficos.
Observando las diferencias nos damos cuenta de cómo Bélgica destaca en la constitución de proyectos de redes europeas quizá lógico por la instalación de estas redes en Bruselas para actuar así como lobbies europeos.
Señalaría también la enorme capacidad que tiene Francia para gestionar proyectos de cooperación 2 que son los que más socios y esfuerzo económico comportan. La protección y la estabilidad que da el “modelo cultural francés” permiten asumir la responsabilidad de liderazgo europeo de proyectos coop 2.
Spain
Pero centrándonos en la lectura de los datos en clave española, conviene ante todo relativizar el impacto que estas ayudas tienen en la economía de la cultura nacional. Con un total de 2.678.254 € que se gestionarán directamente desde aquí, demostramos un querer y no poder, resultando una cantidad muy poco relevante en la cuenta agregada de la cultura. No sólo por la relatividad de los datos respecto al tamaño de la cultura en España, sino sobre todo por los resultados parciales. Por ejemplo, sólo destacamos con algo de capacidad en los proyectos de cooperación 1 (los más pequeños de socios y asumibles económicamente).
Los esfuerzos que muchas Administraciones (Oficina Información de la Secretaria de Estado de Cultura, Servei de desenvolupament Empresarial en Cataluña, el Instituto Etxepare en el País Vasco, etc) han hecho estos últimos años para que los agentes culturales se presenten a estos programas no obtienen los resultados esperados. Quizá porque las dificultades están en otra parte. No ya en las reticencias o en las incapacidades para gestionar un proyecto europeo por parte de los agentes culturales del país, sino en su propia fragilidad económica y organizativa. Pocas son las estructuras que pueden liderar proyectos. Por eso no es de extrañar ver tantas universidades españolas en las listas de las resoluciones, convertidas, pese a todo, en reductos de estabilidad y de inquietud cultural.
Es la debilidad estructural la que nos hace ser pequeños y poco visibles en Europa. Para muestra, déjenme mostrarles un botón. Las ayudas a festivales de cine otorgadas por el ICAA (Secretaría de Estado de Cultura) mediante convocatoria pública para este año 2014 ascienden a 193.000 € con apoyo a unos 17 proyectos de todo el país con importes que oscilan entre los 3.000 y 12.000€, salvo los Goya, que reciben 80.000€, casi el 41% del total presupuestado. A las ayudas europeas de apoyo a festivales de cine se han presentado 5 proyectos y sólo 1 ha recibido valoración positiva y apoyo por importe de 35.000 €. Saquen conclusiones.
En esto deberíamos reflexionar en cómo destinar mejor nuestros recursos para que los proyectos puedan crecer con criterios artísticos y de excelencia. Sólo así podremos mejorar nuestro nivel de penetración internacional, y por supuesto, también del programa Creative Europe.
David Márquez Martín de la Leona.
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